¡Hola! Con gusto te ayudaré a identificar los lugares donde deben ir los signos de puntuación en cada oración. Analizaré los fragmentos de texto y te daré las correcciones necesarias.
Aquí analizaremos el primer fragmento y determinaremos dónde deben colocarse los puntos.
Texto original:
Todo empezó la tarde en que un grupo de blanquiñosos jugábamos con una pelota en la plaza Bolognesi era la época de las vacaciones escolares y los muchachos que vivíamos en los clalets vecinos, hombres y mujeres, nos reuníamos allí para hacer algo con esas interminables tardes de verano, Roberto iba también a la plaza, a pesar de estudiar en un colegio fiscal y de no vivir en chalet sino en el último callejón que quedaba en el barrio iba a ver jugar a las muchachas y a ser saludado por algún blanquito que lo había visto crecer en esas calles y sabía que era hijo de la lavandera.
Texto corregido:
Todo empezó la tarde en que un grupo de blanquiñosos jugábamos con una pelota en la plaza Bolognesi. Era la época de las vacaciones escolares y los muchachos que vivíamos en los chalets vecinos, hombres y mujeres, nos reuníamos allí para hacer algo con esas interminables tardes de verano. Roberto iba también a la plaza, a pesar de estudiar en un colegio fiscal y de no vivir en chalet, sino en el último callejón que quedaba en el barrio. Iba a ver jugar a las muchachas y a ser saludado por algún blanquito que lo había visto crecer en esas calles y sabía que era hijo de la lavandera.
Explicación:
Texto original:
Pero en realidad, como todos nosotros, iba para ver a Queca. Todos estábamos enamorados de Queca, que ya llevaba dos años siendo elegida reina en las representaciones de fin de curso. Queca no estudiaba con las monjas alemanas de Santa Úrsula, ni con las norteamericanas del Villa María, sino con las españolas de la Reparación, pero eso nos tenía sin ciudado, así como que su padre fuera un empleadito que iba a trabajar en ómnibus o que su casa tuviera un solo piso y geranios en lugar de rosas lo que contaba entonces era su tez capuli, sus ojos verdes, su melena castaña, su manera de correr, de reír, de saltar y sus invencibles piernas, siempre descubiertas y doradas y que con el tiempo serían legendarias.
Texto corregido:
Pero en realidad, como todos nosotros, iba para ver a Queca. Todos estábamos enamorados de Queca, que ya llevaba dos años siendo elegida reina en las representaciones de fin de curso. Queca no estudiaba con las monjas alemanas de Santa Úrsula, ni con las norteamericanas del Villa María, sino con las españolas de la Reparación, pero eso nos tenía sin cuidado. Así como que su padre fuera un empleadito que iba a trabajar en ómnibus o que su casa tuviera un solo piso y geranios en lugar de rosas, lo que contaba entonces era su tez capulí, sus ojos verdes, su melena castaña, su manera de correr, de reír, de saltar y sus invencibles piernas, siempre descubiertas y doradas y que con el tiempo serían legendarias.
Explicación:
Texto original:
Desde la infancia, me distinguía por la docilidad y humanidad de mi carácter. la ternura de mi corazón era incluso tan evidente, que me convertia en objeto de burla para mis compañeros sobre todo, sentia un gran afecto por los animales, y mis padres me permitian tener una gran variedad pasaba la mayor parte de mi tiempo con ellos y nunca me sentía tan feliz,como cuando les daba de comer y los acariciaba, este rasgo de mi carácter crecía conmigo y, cuando ya era hombre, me proporcionaba una de mis principales fuentes de placer aquellos que han sentido afecto por un perro fiel y sagaz, no necesitan que me moleste en explicarles la naturaleza ni la intensidad de la satisfacción así recibida hay algo en el generoso y abnegado amor de un animal que llega directamente al corazón de aquel que con frecuencia ha probado la mezquina amistad y frágil fidelidad del hombre.
Texto corregido:
Desde la infancia, me distinguía por la docilidad y humanidad de mi carácter. La ternura de mi corazón era incluso tan evidente que me convertía en objeto de burla para mis compañeros. Sobre todo, sentía un gran afecto por los animales, y mis padres me permitían tener una gran variedad. Pasaba la mayor parte de mi tiempo con ellos y nunca me sentía tan feliz como cuando les daba de comer y los acariciaba. Este rasgo de mi carácter crecía conmigo y, cuando ya era hombre, me proporcionaba una de mis principales fuentes de placer. Aquellos que han sentido afecto por un perro fiel y sagaz no necesitan que me moleste en explicarles la naturaleza ni la intensidad de la satisfacción así recibida. Hay algo en el generoso y abnegado amor de un animal que llega directamente al corazón de aquel que con frecuencia ha probado la mezquina amistad y frágil fidelidad del hombre.
Explicación:
¡Entendido! Continuaremos corrigiendo el último fragmento del texto.
Texto original:
Me casé joven y tuve la alegría de descubrir que mi mujer,tenía un carácter no incompatible con el mio al observar mi preferencia por los animales domésticos, ella no perdía oportunidad de conseguir los más agradables de entre ellos teníamos pajaritos, peces de colores, un hermoso perro, conejos, un mono pqueño y un gato,
Texto corregido:
Me casé joven y tuve la alegría de descubrir que mi mujer tenía un carácter no incompatible con el mío. Al observar mi preferencia por los animales domésticos, ella no perdía oportunidad de conseguir los más agradables. Entre ellos teníamos pajaritos, peces de colores, un hermoso perro, conejos, un mono pequeño y un gato.
Explicación:
¡De acuerdo! Ahora vamos a corregir los fragmentos N.° 3 y N.° 4.
Texto original:
El señor Jones, propietario de la Granja Manor, cerró por la noche los gallineros, pero estaba demasiado borracho para recordar que había dejado abiertas las ventanillas con la luz de la interna danzando de un lado a otro cruzó el patio, se quitó las botas ante la puerta trasera, sirviéndose una última copa de cerveza del barril que estaba en la cocina y se fue derecho a la cama, donde ya roncaba la señora Jones.
Apenas se hubo apagado la luz en el dormitorio, empezó el alboroto en toda la granja durante el día se corrió la voz de que el Viejo Mayor, el verraco premiado, había tenido un sueño extraño la noche anterior y deseaba comunicárselo a los animales habían acordado verse todos en el granero principal cuando el señor Jones se retirara a Viejo Mayor (así le llamaban siempre, aunque fue presentado en la exposición bajo el nombre de Willingdon Beauty) era tan altamente estimado en la granja, que todos estaban dispuestos a perder una hora de sueño para oír lo que él tuviera que decirles.
Texto corregido:
El señor Jones, propietario de la Granja Manor, cerró por la noche los gallineros, pero estaba demasiado borracho para recordar que había dejado abiertas las ventanillas con la luz de la linterna danzando de un lado a otro. Cruzó el patio, se quitó las botas ante la puerta trasera, sirviéndose una última copa de cerveza del barril que estaba en la cocina, y se fue derecho a la cama, donde ya roncaba la señora Jones.
Apenas se hubo apagado la luz en el dormitorio, empezó el alboroto en toda la granja. Durante el día se corrió la voz de que el Viejo Mayor, el verraco premiado, había tenido un sueño extraño la noche anterior y deseaba comunicárselo a los animales. Habían acordado verse todos en el granero principal cuando el señor Jones se retirara. Viejo Mayor (así le llamaban siempre, aunque fue presentado en la exposición bajo el nombre de Willingdon Beauty) era tan altamente estimado en la granja, que todos estaban dispuestos a perder una hora de sueño para oír lo que él tuviera que decirles.
Explicación:
Texto original:
Una vez, a principio de otoño, la viruela visitó a un pueblo de un país lejano y mató a muchas personas los hermanos perdieron a sus hermanitas, y las criaturas que comenzaban a caminar quedaron sin padre ni madre dos madres perdieron a su vez a sus hijos, y una pobre mujer joven y viuda llevó ella misma a enterrar a su hijito, lo único que tenía este mundo cuando volvió a su casa, se quedó sentada pensando en su chiquillo y murmuraba:
—Dios debía haber tenido más compasión de mí, y me ha llevado a mi hijo en el cielo podrá haber ángeles, pero mi hijo no los conoce y a quien él conoce bien es a mí, ¡pobre hijo mío!
Y miraba a lo lejos, pues estaba sentada en el fondo de su casa, frente a un portoncito donde se veía la selva.
Ahora bien; en la selva había muchos animales feroces que rugían al caer la noche y al amanecer y la pobre mujer, que continuaba sentada, alcanzó a ver en la oscuridad una cosa chiquita y vacilante que entraba por la puerta, como un gatito que apenas tuviera fuerzas para caminar la mujer se agachó y levantó en las manos un tigrecito de pocos días, pues aún tenía los ojos cerrados y cuando el mísero cachorro sintió el contacto de las manos, runruneó de contento. porque ya no estaba solo la madre tuvo largo rato suspendido en el aire aquel pequeño enemigo de los hombres, a aquella fiera indefensa que tan fácil le hubiera sido exterminar
Texto corregido:
Una vez, a principio de otoño, la viruela visitó a un pueblo de un país lejano y mató a muchas personas. Los hermanos perdieron a sus hermanitas, y las criaturas que comenzaban a caminar quedaron sin padre ni madre. Dos madres perdieron a su vez a sus hijos, y una pobre mujer joven y viuda llevó ella misma a enterrar a su hijito, lo único que tenía en este mundo. Cuando volvió a su casa, se quedó sentada pensando en su chiquillo y murmuraba:
—Dios debía haber tenido más compasión de mí, y me ha llevado a mi hijo. En el cielo podrá haber ángeles, pero mi hijo no los conoce, y a quien él conoce bien es a mí, ¡pobre hijo mío!
Y miraba a lo lejos, pues estaba sentada en el fondo de su casa, frente a un portoncito donde se veía la selva.
Ahora bien, en la selva había muchos animales feroces que rugían al caer la noche y al amanecer. Y la pobre mujer, que continuaba sentada, alcanzó a ver en la oscuridad una cosa chiquita y vacilante que entraba por la puerta, como un gatito que apenas tuviera fuerzas para caminar. La mujer se agachó y levantó en las manos un tigrecito de pocos días, pues aún tenía los ojos cerrados, y cuando el mísero cachorro sintió el contacto de las manos, runruneó de contento, porque ya no estaba solo. La madre tuvo largo rato suspendido en el aire aquel pequeño enemigo de los hombres, a aquella fiera indefensa que tan fácil le hubiera sido exterminar.
Explicación:
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